Paul Martino | Madrid 30 agosto 2012
· El humor, bien empleado, consigue que nuestro
mensaje llegue de forma más eficiente
· La precisión, la rapidez y la confianza son claves para organizar nuestros discursos
· La precisión, la rapidez y la confianza son claves para organizar nuestros discursos
Hablar en
público. Si usted ha sentido como su cuerpo experimentaba un leve
escalofrío al leer esas tres palabras probablemente tenga miedo escénico a
ponerse delante de un auditorio para transmitir una idea. Y más en España. El
periodista Javier Reyero, autor de `Hablar para convencer´, señala que “Estamos muy
cohibidos… los españoles tenemos un sentido del ridículo exacerbado,
algo que resulta poco práctico para la oratoria profesional”.
Para mejorar hay
necesidades evidentes: intentar ser claro o confiar en nosotros mismos. Pero ¿y
si utilizamos el humor? ¿qué pasa si intentamos provocar una
sonrisa? Hacer reír entretiene y persuade. Muchos de los grandes oradores lo
son por tener esa habilidad. Pero es complejo. De lo
contrario en Estados Unidos, por ejemplo, no existirían profesionales que se
dedican a darle un toque de humor a discursos de convenciones, encuentros o
conferencias para que calen más hondo.
“El
humor es caviar, no lo extienda como si fuera mermelada”
Graham Davies, experto
en comunicación y autor de `Aprenda hablar sin miedo´ determina que “en un
discurso de negocio el humor sólo constituye un éxito si divierte a su público
y le ayuda a alcanzar a su punto de llegada”. En este caso el humor es
un medio, no un fin en sí mismo. También hay que saber usarlo.
Demasiados chistes desvirtuan el mensaje. Como dice Oscar
Wilde “el humor es caviar, no lo extienda como si fuera mermelada”.
Las herramientas
Graham Davies, en su libro “Aprende
a hablar sin miedo” distingue entre varias herramientas para llevar el humor a
nuestras intervenciones:
El chiste corto: La mayoría de
expertos lo prefieren ante el chiste largo. En el tiempo de
varios chistes cortos contamos sólo uno largo. La proporción entre tiempo usado
y risa nos es favorable. Además, si falla su repercusión es menor. También hay
que tener cuidado, un uso excesivo nos haría parecer comediantes.
Referencias a la
actualidad: Davies distingue entre las generales y las
locales. Las primeras son gags con fecha de caducidad,
ajustada a los grandes titulares de los medios durante un periodo de tiempo
concreto. En cuanto a las referencias locales se trata de
una herramienta muy apreciada por el público. Denota una implicación del emisor
con sus receptores. Eso sí, hay que cuidar cómo las hacemos, nuestro auditorio
es protagonista.
Insultos: Es la herramienta
más peligrosa. Su uso puede granjearnos la incomodidad de
nuestros receptores. Para Davies el secreto pasa por que los que se emplean
hagan cosquillas como una pluma y no que se
claven como una lanza.
Citas: Prohibido. Davies afirma
que las grandes citas que encuentre ya las habrá usado antes anteriormente. Le
recomendamos que no relea el tercer párrafo de este artículo.
Sea
preciso, una palabra fuera de sitio uede estropearlo todo
Conseguir un discurso
que atraiga gracias al humor depende de estas herramientas, pero también de
cómo las usemos. Para eso hay que recordar tres conceptos clave. La
precisión, la confianza y la rapidez. A la hora de hacer un gag
una palabra fuera de sitio puede estropearlo todo, si dudamos o vacilamos
también daremos al traste con nuestras intenciones. Para adquirir esas
habilidades Davies recomienda tres cosas: practicar,
practicar y practicar. Cuando se canse siempre podrá leer los 10
mandamientos de entretenimiento de Billy Wilder (recuerde que los nueve
primeros eran no aburrirás).
La risa: una cuestión
química
En
`The Power of Humor, Health´ Harris DeWese afirma que las compañías han
aprendido que las personas felices y con humor reducen las hormonas de estrés.
El humor favorece un buen ambiente en nuestros lugares de trabajo. También nos
predispone a la recepción del mensaje. Algunos estudios aseguran que con la
risa se activa regiones cerebrales que nos
hacen recordar el mensaje que venía con ella.
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